domingo, 13 de enero de 2008

Cinco de Tom Phillips

TOM PHILLIPS por Parker Tyler *




I. Sólo veo la calle y el riesgoso oficio de los vecinos tomando por loco a cada nuevo integrante, pisando esas tapitas, loco otra vez, maleable al tiempo.

Las tapas de los stopcocks
(válvulas de cañería) vistas
en las aceras, durante una visita
a la Thames Water Authority.
Pude conocer el nombre exacto
de esos objetos, cuya fisonomía
no ha cambiado un ápice incluso
desde sus dibujos originales;
según Phillips pocos objetos
experimentaron -en cincuenta años-
modificaciones. Un texto impreso
en rojo sobre una de estas tapas
explican las alianzas que provocaron
el calce del hierro en esos ornamentos
de la calle. Tienen formato de calavera
y tras el tiempo y la erosión parecen
evocar máscaras, memento mori,
íconos de la mortalidad, huellas
materiales de su génesis. Hechas
en mayo de 1976 –durante tres meses-
las fotografías tuvieron que ampliarse
y fijar sobre una lámina los brokuros,
volver a fotografiarla separando líneas
y tonos. Bernard Cook –serígrafo-
hizo tramas con los accidentes
para darle recursos a la duración.



II. A pesar de lo incomprensible, alcanza con ponerle el ojo y cerrar de un picotazo la boca.

El segundo es la copia
de un famoso linóleo
–dicen- encontrado
en el camino. Hay
requechos de un texto
en el que se intenta
comunicar un placer
en el hallazgo.


III. Dos cajas de fósforos de los países detrás del telón de hierro, en constantes fases de decoloración, espléndido púrpura, azul intenso revestido en el interior de esas cajas, algo más dicen de nos.

Por lo general, estos
objetos de deshecho
acaban descomponiéndose
bajo la lluvia. Pero
ese verano de sequía
del 76, permanecieron
soberbias en las calles
de Peckham, y ahora brillan
más firmes que apéndice
de debutante.



IV. Elementos dispersos en tamaño natural, haciendo que se enarquen las cejas de los visitantes una vez topado con ellos, y asimismo daban la impresión de conformar el reverso de un naipe. Y de nuevo, todo a escala, eludiendo con mucho el plastificado.

El cuarto grabado, un homenaje
a Owen Jones, autor de The Grammar
of Ornament, es un compendio de trazos
y bibliofilia. Phillips reunió diversos
trozos de papeles pintados, que
limpiaban la vista de las calles ese verano.
Se procuró tratarlos con el mismo
cuidado que si hubiesen sido envoltorios
de caramelos de Babilonia o de Troya.


V. Y una leyenda: “we are the bower boys dave and fred”, en impecable cursiva mayúscula, rodeando la tela y en ella la penumbra que adereza a sus anchas cada divisoria de una superficie.

El último: imágenes de rabia
y violencia en miniatura.
Paquetes de cigarrillos como
si de ellos se esperase sólo
miedo y angustia telefónica.
Y un extraño parecido al mapa
de Australia conformaba esa
rareza de núcleos inclusive
aspirados por la secuencia
de una paleta fuera de borda.

La metáfora no cuenta
para nada; chapas cuya
ondulación fuesen el terror
de los talleres de Liverpool
y en sí mismas enmascaren
un vandalismo ad hoc.
Son existencias perforadas
que canjean la palabra
por el dominio público.
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* Perteneciente al libro "Nuevas impresiones", sin editar.

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