sábado, 5 de enero de 2008

Cinco miradas muy rápidas sobre un libro de Wladimir Kaminer (*)

1. "Saben ustedes en qué se diferencia una tragedia antigua de una contemporánea? (...) En la tragedia antigua al final sólo muere el héroe; en una contemporánea también la palma el coro". Este tramo del libro Militär Musik, del exéntrico y talentoso escritor ruso-germano Wladimir Kaminer, no es otra que una cita del gran Joseph Brodsky (1940-1996). Esta retrata un momento del libro de Kaminer que es prácticamente un canto al bildungsroman, pero finalmente consigue zafarse de esa etiqueta gracias a un manejo muy plástico de una lengua que siempre se ofrece endurecida. En esta obra la tragedia es una pertinaz desaparición del héroe, pero también una muerte consecuente de las manifestaciones gregarias. Por lo tanto, la respuesta del poeta de Leningrado puede cuadrarse en los motivos de Militär Musik.
Por otra parte, hay rostros que lo dicen todo, y los rasgos de Wladimir son los típicos de aquellos que a pico y pala sepultaron la divisoria de hierro y terminaron con el muro de los lamentos occidentales, en Berlín. La escritura de este sujeto de 40 años (juraría menos) lo soporta todo, incluso una historia que desde el vamos se huele conocida y sin embargo, allí sí tiene que ver y mucho la pericia de quien la narra, se va estructurando a medida que el personaje (ningún alter ego: es Wladimir y nació el mismo año que el autor. Claro, si es él) convive entre el mundo artístico-poético de medio pelo del padre y sus propias apetencias dramáticas. Lo que le sucede a este escritor es lo que le ocurre a todo el mundo: tener una vida no es sencillo, pero tenerla después de semejante amplitud post-leninista, es pedirle más claridad a lo que aún está amaneciendo.
2. Un ruso que no se siente soviético es una bomba de tiempo en el ejército. El inefable Wladimir se ocupa de pasar la mayor parte de su estancia militar inoculando el contrasentido en las filas de aquellos raspadores de cerebros (en todas partes es así). Difunde datos inexactos que hacen resbalar lo que parecía un inmodificable mecanismo de seguridad del gobierno soviético; efectúa todo tipo de eventos fuera de las normas de la rigidez en la que se encuentra. Y todo está relatado con una celeridad cuyo límite es impredecible. Nadie sabe hacia dónde se dirige el discurso de Kaminer, a pesar de sostenerse en una mera historia de aventuras juveniles. Este texto se acerca, de alguna manera, a la reciente narrativa latinoamericana. Pero si uno relee "Boda junto al mar", de Abdelkader Benali, se puede encontrar con otro concepto sobre la velocidad en las narraciones contemporáneas. Kaminer es rápido y expeditivo; Benali es igual de veloz, pero sutilizado.
3. Militär Musik es la parábola de un aniversario. En la superficie, se trata de la conmemoración del nacimiento de la Revolución de Octubre; en el reverso de ese horizonte, está la salida del vientre materno del propio autor. La llegada de la madre al hospital se resolvió con cuatro o cinco actos de sobornos, lo que aceitó el mecanismo de corrosión que traduce toda la novela de Kaminer. A partir de ese hecho anecdótico (el parto del autor) se despliega en el texto una serie de sucesos que tienen como eje la corrupción de las formas. Y esa degradación está escrita en un lenguaje de un frescura tal, que da la sensación que el lector avanzara a cuentagotas cuando en verdad se desplaza en un tren bala.
Repasemos: a Kaminer-personaje lo hacen responsable absoluto de la información de su colegio. Pero después le eximen (más bien lo echan) de esa responsabilidad cuando informa que Zimbabwe le declaró la guerra a la Unión Soviética. También decide estudiar arte dramático en el Teatro Maiakovski, aunque tiene el mismo destino ejectable, tras ser acusado de orinar sobre el público de la platea. Todo cuerpo enfermo comienza antes del deceso su proceso de pudrición. Kaminer es un permanente actor de cuantos programas haya en la televisión pública y la radio berlinesa. Sus intervenciones también tiene el formato de artículos periodísticos y lecturas en cafés y restaurantes, así como programas musicales con éxitos en Europa del este. Además es dramaturgo e ingeniero de sonido. Con esa misma multiplicidad parece adelantarse a todos los géneros que definen el arte contemporáneo. Sólo le falta ser plástico, pero quién lo sabe.
4. El trabajo de este simpático escritor es redondo, y la lectura de sus textos es necesario vivirla dinámicamente, como un único proceso dinámico. Dice Deleuze que así como "la línea recta es el camino más corto, lo mismo implica una operación por la cual la longitud de una curva es comparada con la de una recta"; es decir, hay una linearización de la curva, y de esta manera lo redondo, implica una operación "por la cual algo de la experiencia es redondeado". En esa curva de la experiencia se mueve Wladimir Kaminer: no existe una linealidad en su escritura, más allá de las apariencias.
5. Si debemos creer en la temática de Militär Musik, también podemos ejercitar entre nosotros la novedad de la experiencia, sobre cuya materia refiere en su totalidad esta novela. Incluso existe la expriencia como bien literario. Las referencias concretas al mundo del rock en Moscú y en Alemania Oriental, dan la medida sobre cuántos de los intereses de Kaminer están desplegados en su pequeña obra. Así, la experiencia es un bien renovable, pero sólo por el individuo. Lo que llamamos experiencia colectiva apenas cabe en el murmullo de una reunión de amigos. Sucede que la experiencia se transforma en masa por una combinatoria de fantasmas, es decir, de convenciones ahí sí colectivas para darle materialidad a lo que en sociología y ciencias políticas se llama el imaginario. Por supuesto, es mejor que exista la convención de lo colectivo que la resultante práctica del individuo. Entonces, el libro de Kaminer consigue hacernos entender que ese fantasma de los hechos puede ser permanente, tanto como una lectura en voz alta; porque después de una lectura existe en quien escucha la resonancia de las palabras, y en definitiva, si no regresamos al texto escrito, comienza en cada uno ese proceso de selección de la memoria que reúne lo mejor de cada acto selectivo, que es parte de una mirada estética propia. Un libro como el de Kaminer parece allanar en el lector el trazado de la selección, ya que la escritura ocupa tantos lugares de interés, como seguro es el desinterés por una literatura fuera de esos rasgos de inmediatez.

(*) Lean una buena nota sobre Wladimir Kaminer, publicada en http://www.elpais.com, escrita por CIRO KRAUTHAUSEN, fechada en Berlín el 21 de enero de 2004.

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