miércoles, 2 de enero de 2008

Un libro tan inédito, que parece que seguirá siéndolo

Loose-talkcost lives.
In taxis
On the phone
In clubs and bars
At football matches
At home whit friends
Anywhere! WHATEVER YOU SAY-SAY NOTHING *






IRISH REPUBLICAN ARMY (SEGUNDA VERSIÓN)

I. ALA PROVISIONAL


"Todos los volúmenes están impresos sobre papel verjurado
de superior calidad, fabricado ex profeso, con un carácter
de letra legible. El papel en que irán impresos los volúmenes
ofrece una garantía de duración superior a la del papel
corriente. Las traducciones serán realizadas con todo
escrúpulo, procurando que ningún original quede
desvirtuado. La encuadernación, rica, sobria, acabará
dando por sí misma la apariencia que la colección requiere".


Exigencias pascuales

1. La nacionalización de la banca y de las principales industrias del país.
2. El establecimiento de relaciones comerciales con todos los países del mundo para diversificar más nuestro comercio exterior y acabar, así, con el monopolio colonial económico de la Gran Bretaña.
3. La creación de cooperativas, formadas con las industrias nacionalizadas por el estado y en las que todos sus trabajadores tendrían accidentes.
4. La nacionalización del suelo, en las ciudades, para acabar con la especulación actual y programar la construcción masiva de viviendas.
5. La nacionalización y reforma de la enseñanza, para acabar con el clasismo social a través de la educación.
6. La protección de la industria pesquera nacional, vital para la economía del país.
7. El establecimiento gratuito de todos los servicios de sanidad y el perfeccionamiento de la seguridad social.
8. Imposición y enseñanza obligatoria de la lengua irlandesa -idioma nacional- en todas las escuelas, y que gradualmente iría ocupando el lugar que, hoy, tiene la lengua inglesa.
9. Formación de un Parlamento Nacional para gobernar el país, en el que estarían representados los cuatro consejos de la división provincial histórica de Irlanda: Ulster, Connacht, Leinster y Munster.
10. El establecimiento de realizaciones diplomáticas con todos los paises del mundo, sin distinción de razas, religiones o sistemas políticos.
11. Ejecútese cada punto del programa.
12. Ejecútese.


El misterio

Se trata de un bello poema atribuido a Amergin,
llamado también Aimirgin, hermano de Eber Ir
y Eremon, príncipes milesios conquistadores de Irlanda.
Sin embargo Douglas Hyde no cree en él. Su acento
acerca una idea que sobrepasa al poema y lo convierte
en una fórmula ritual, un charme. Dice del viento
alentando sobre el mar, siendo ola del océano,
infundio de la rompiente, buey de los siete combates,
del buitre en las rocas (The Terror / The Haunting,
Corman, 1963). También jabalí bravío, salmón
en el agua y lago en la llanura (un dios cretón
a comienzo de la flema en la cabeza). Se pregunta
si no es él quien iluminó la asamblea del monte
y declaró los años llevados por la luna, o el instante
cuando el sol se abandona a su propio tétanos
y desmocha en dos la vieja capital.


Invocación al país

De aquel mar fértil, surcado y ya feraz
su monte con frutos puede esparcirse.
No falten aguas en ríos ni cascadas
y sus lagos tengan una profundidad
de pozo en las colinas. Sea reparo
de tribus la asamblea. Temair, llamada
Tara. Sea loma de los hijos de Mil
y cien barcos fueran la invocación
de cantos allende la neblina. Aojo
e ingenio de las comadres de Bres
y de Buaigne, cuando en sucesivas
celadas consiguen revocarla.


Hugh Maguire

Hasta los mismos huesos se hunde. Cellisca
& espera; fría y terrible es para Hugh la noche.
Quien lo dice es Eochadh O’Hussey, cuando
pregunta (again) si la noche es fría y dónde
se encuentra a estas horas su jefe. Y admite
la posibilidad que fuese un lobo cruzando
en redondo los bosques, junto a las nubes
cargadas como marea. Pensar en las tierras
de Darry, y en todos un soplido previo
a la borrasca, con ese quejido al que acude
conforme las entrañas de un culantrillo
intramuros. Que su mano con frecuencia
inmovilice la escarcha no empobrece
aún más el sino de la acción a desatarse.
Y verlo partir le dará pena, Uileacán dubh O!,
ni bien se unieran la tierra firme con el agua.


Los hijos de Usnech: un destierro

Longes Mac Nusnig, en gaélico, y en los datos
preliminares de Táin: aquella noche partieron
sus tres hijos hacia otras tierras, detrás suyos
ciento cincuenta mujeres, guerreros y perros
de caza. Deirdre iba también. Les son dulces
las gaitas al arribo de sus cuernos. Pero más
dulce fue el grito de los hijos de Uisliv. Amable
y grises los ojos, no cubren de púrpura sus uñas.
En la asamblea de Emain no hay júbilo ni exornos.
Esos hijos tenían mejillas al colmo de lo rosáceo,
cuando partido el corazón murieron pronto.
Y con el correr de las horas, información.


Se fue el verano

El poema figura en Amra Cholui Cille,
y refiere al ciclo heroico de Finn. Stokes
lo publicó en el Revue Celtique (Vol. XX,
pág. 258) y Kuno Meyer lo incluyó en sus
Selections from Ancient Irish Poetry.
No habría evidencia interna para situarlo
en el período de los fiana. He aquí
un mensaje: un sol muy bajo y de breve
carrera; cae nieve invernal. Pasible
estación de hielo, en un meneo de pájaros.


El testamento de Munster / El llamado del barquero de Nick Cave y/o Patricio

Recaigan las bendiciones sobre los bienes. Llanos
quaquer's. En su cimas, benedictas; en sus rocas,
la desnudez; valles, y la bendición entre sus montes
donde termina el refugio y empieza la espera; arena
y arena del mar bajo el cúmulo de blindados de Trimble;
ribazos, y llanos y montes y cumbres, montañas; Dios
bendiga a Munster. ¿Querrá el Señor llegar hasta
mi nave, incierto? ¿Me prestará su auxilio mientras
acercamos, airado, el mar? Al decir de Cormac
“caen los hombres como lluvia”. Cada cual con su
arte y sus delicias (“Calla, mujer, no hables, que
en ti no pienso ahora”. Siglo IX). Su cuerpo yace
junto a la ladera de las dos orillas. Morrigan habla
por sus actos. El botín está lavado y mueve a horrible
su tiberio. Mañana dejará todo lo humano. No hables.
The Boatman’s call: Is Heaven just for victims, dear?
Where only those in pain go? Dice Cave. Hueco
en leve pitch -casi oftálmico- donde cierto desahucio
es esquema en la tornada (Pan Cógito), y el barrido
de un enema para comenzar puro y casto ante sus ojos.
A ellos todos mi legados, posesiones, estilemas
de un ejercicio de a niño, dándole al sólido la horma
jamás correspondiente y emblemas de plata conque ceder
esos dominios. Y abalean, acuden cuernos. En la hueste
(mágica, Siglo XII) no cause a fuer alguna maravilla.


Siglo VII ú VIII

Echtrai, las de Bran, hijo de Febal.
He aquí el resumen de Myles Dillon:
“Cierto día Bran paseaba junto
a su morada, cuando oyó una música
detrás suyo. Volvió el resto, y nada:
la música seguía sonando. No tardó
en dormirse y al despertar encontró
a su lado una rama de plata, e inmediato
la llevó a su casa. Allí estaban todos
reunidos y en el centro de la mansión
una mujer singular, su indumento,
cantándole a Bran cuarenta cuartetas.
Belleza y gozo del otro mundo. Así se
establece el tono de muchas descripciones
análogas. Se evoca una isla sostenida
por cuatro columnas de juegos, con carreras
de esquifes y galeras. Colores de una belleza
por doquier, nunca declina el júbilo.
El mar lanza sus olas contra la tierra
y caen trenzas sobre la orilla de suceso
aún traslúcido. Los carros son de oro,
plata y bronce; los caballos: de un pardo
dorado, ruanos y hasta azules
principian al cielo. Dicen: ‘Viene
un hombre rubio a romper el día;
alumbra los llanos, cabalga sobre él
y agita el mar cuando lo vuelve sangre’.
No esperan decrepitud o muerte al oir
esa música desde el meollo de la ínsula.
Imchíuin. Ildathatch. Hacia el oeste
hay tres veces cincuenta islas. En tres
cuartetas la mujer profetiza al nacimiento.
Y lo instan a despertarse e ir hacia
el país de la mujeres. Bran. Al partir,
la rama de plata se desvanece de sus manos.
Un hombre, Mánnanan mac Lir, guía
el carro sobre el agua”. Los caballos marinos
relucen en verano; es un país de aire,
una tierra leve. El salmón, ahora jaspeado,
extraña el mar a base de una espuma
que resalta. Son becerros, piezas muy
pequeñas; en paz viven y se devoran.


El grito del cervato en Patricio

Por tiempos de Loeguire –comenta Kathleen
Hoagland-, dirigiéndose a Tara para sembrar
allí la semilla de la fe, se levanta ese día.
Es el ojo que lo precede, el oído para escucharse
y el amparo de su mano hablando -en vez
de sí- contra el mal que le desearen.
Libre de ponzoña, la muerte en el agua
propicia su versión tan lejana como ligera.
Salus tua, Domine, sit semper nobiscum.
Christu est salus, y la boca de cuantos de él hablasen.
Bien: eran ciervos salvajes y los seguía un cervato,
preterintencional.


El santo / La choza

Supongo sos diablo venido para mi daño.
(No). Sugiere todo en un cubo lleno de miel,
con el vestido puesto y aún así guardara cierto
olor mientras se lava. Desde un principio
el mundo está ayunando: oro puro
y luz en un vaso de plata, como feliz
quien cumple sus mandatos.
Fue la mano
de Gobban quien hiciera el techo de celulosa.
Aquí no cae la lluvia, ni se teme punta alguna
de las lanzas. No hay muralla en torno,
sino un hogar modesto en Tuaim Inbir.
No es obra ni composición relativa al loco
Suibne, como dice Kenneth Jackson, cuando
atajara la firma del copista, a la izquierda.


Episodios O’Casey

Señora Cogan, en la barricada de la calle King,
al norte, vi el miedo brillando en los ojos,
y en mitad del pavimento un hombre convertido
en montón. No hay nada mejor en el mundo.
Asaltan los comercios, rompen las vidrieras,
se llevan todo. Cien mil voluntarios cargan
sobre ellos. Y en cuanto a la ley y el orden,
ninguna nupcia. Como cantara Barry Derrill
en The End of the Beginning: “la luna murmuró:
tengo calor, se avecina una tormenta”.







Nueva oda de O’Hussey a Maguire

¿Trueno de Rolls? ¿O era esa luz roja?
¿Un meteorito? Parvo sabe, pero
con la medianoche las corrientes
merodean el viento excepto el odio,
que las persigue. Nada con fuerza.
Un tremendo, una enorme noche inunda
infinidad de gateras por esos ríos, aún el cielo
estallando de par en par. Debajo de las nubes
cobra vida la marea y desciende la lluvia en lechos
donde se escucha un lobo por extensión.
Maderas verdes, redondas al texto ilegible
de un salmón o águila salvaje de la montaña.
Y podría con este chubasco -otra vez incisivo-
poner un grito en lo oscuro, de modo que los sueños
vuelvan a tomar calor propio y juntos se esmerilen.
Antes de ellos y detrás de ellos, triunfa cierta cólera
del viento porque hiere y quema como fuego.
¿La aflicción de un yo donde fuera un él?
Vagar, sin hogar, solitario, fuera de toda guía
o planisferio. Ahora descubre su cara entre los cielos,
mientras los vientos orean en redondo, y las persianas
-ya cerradas- se suman al momento de escapar
a la pedriza. La aflicción de toda una noche
paralizada por la helada. Camina y vaga sin resto.
El torrente desborda los bancos bajos de las charcas.
Los céspedes y la mentira de los pastos trabándose
en enlaces por una vez glaciales, de modo que
los ganados no puedan con su alimento. Así
los márgenes de las corrientes son considerados
por ningunos, e igual saturan las viviendas. El agua
y la tierra en una, a través de miradores oscuros
y el hueso suspenso de lo ingente. Hugh se pierde
y encara la ráfaga sumida en la frente de los hombres:
ese corazón blando por un vistazo hacia atrás cuando
los días y los pensamientos eran lo suyo, y transferían
al pecho de MacNee un suplicio siempre inmóvil.
Pero entre el fuego y la helada sucede cierta noche
de rocío en los ojos. Un vestido caliente es a él
lo que el relámpago a su alma, no cielos.

















IRISH REPUBLICAN ARMY (Primera versión)


II. ALA OFICIAL







Debemos estar orgullosos
de nuestro poder
de síntesis; decir
por ejemplo “ahí, ahí:

allá”, donde se clava
en la espuma del río
ningún conocido;

y nuestros censores argumentan
-y tan sólo eso:

sí, todos los tiempos del país
sacuden huesos, blanden, migran
como banderines: ya se engarzan
en las uñas hacia la raya de un dolor
más pequeño que un grano de arena.

***

Sin embargo aceptamos.
La peste ahora nace
de un emblema.

Las cadenas de una urgencia
en la burbuja que reclina los ovarios.

Sí, somos una raza en declive.
No estamos muertos,
ni calvos ni peligrosos.
Todo eso ya lo somos.

El peso neutro de Bill Yeats
y sus dedos de fin de año
en el Docklands-

la voladura de un mapa
embutido por los bobbies;
se rasura ya inflamable
entre élitros de piel de cabra.

No tenemos lengua que aspire
a secar el derrame que perturba.

Lacerados, por un cenagal
hasta del dolor contra la síntesis:

es una resta imposible:
deponer la palabra en comillas,
y son otros los fríos
que agobian la carne.
Marchemos entonces hacia la sal
de una marca en rebelión.

“Mañana no estamos”, dicen los decanos
tras la detonación sin previo aviso.

Datan los rostros una distensión
de arco, por el núcleo sin fondo.







***

En Cork.
Shannon; en la perdurable
Limerick: la lengua
cervantina no derrapará
sus hilachas, sus múltiplos
de uno, el pormenor.
Full Moon in March
pastando su manteca negra,
oscura como el lodo
elidiendo nuestra tierra.
Estamos con ella,
y en nuestras esquirlas gaseosas,
además.

En la merma de luz
-y lamparines- estábamos
donde estamos.







***

Pequeño temblor, recibe
a este poeta mudo en su localía.
Jamás largó vapor y odio
ni intervino en debates provinciales
sobre los buenos oficios del mercado.
Recibílo, es hijo de sus ascensos
lo mismo hace la hierba detrás
de los burgos, para luego abrazarla.

Ahora pasa el verano y la humedad
de su ciudad con un dedal de humo
que aflora desde el paso.

Verde, pequeño temblor,
fuese o no hilván
de muchachas en sus signos,
recibílo, está cansado,
y hace trompos.
Hacelo de una buena vez
o bien muere en el intento.







***

Llevo un muro en mis espaldas.
Me agoto en lo que he sido
y desdicho, aquello efímero.

He pedido.

¿Poner el pecho? ¿Cuándo?
La única prisión es la voz
conforme a la distancia.
Poner, por ejemplo, “ayer
compramos un mimeógrafo:
podemos hablar”.

Esas velas del amanecer en el lago
cuando las tanquetas de la Señora
amamantan con manteca rancia.
Nos unta con paraguas de piel
de cerdo en el pedorreo de las nubes,
bajo su gas de oro sobre este cielo,
en pestilencias de los mil demonios.

Llena eres cuando ofrecés el pan
que nos devuelve a la lucha.

Dame comida para morir
en el agradecimiento.







***

Es así. En la marca un derrumbe
de tiempo insulta la garganta,
y en hoces ya decanas se vacía
la extracción.
Sacarás turba de mi cabeza.
Mi día bajo el sol arraiga un témpano
de carne. Es reflejo,
no más calco de una porción de espacio
que se paspa en el azar. Sacarás
lo que tenga de mí en tu adentro.
Al revés de tus manos, todo cisma
luce un pie de velo, y el centro del universo
recae por abolición.







***

Del bosque de eucaliptos,
de las vainas de algarrobo
horadando las comisuras
en un sacrílego de higos,
imprudente se vuelve la sonrisa.
También hablemos de aquel quiste tóxico:
y el niño y el niño tragando veneno para siempre.







***

Pero de aquello ya no discutamos.
Pisaron tierra. Estábamos firmes,
con la arruga del ojo, y es comprensible:
ya no. Los dedos por tocarse jamás
se alcanzaron. Humedad de agonía
en el reverso, ahora vino de este lado,
sin noción.

Redunda la válvula de un telegrama,
paladeando la palabra en el momento
de la bisagra de una mueca.

La fragancia del remordimiento.
Cómo nos sigue sus aquí de verdes
y nunca limpios, sus dedos hasta alejarse
de otros, muy lejos de cada ampolla,
sin mencionar qué vida hacia ellos.







***

Es inútil. Todo lo que sucede
es inútil. La gracia de vivir es una
posibilidad inútil (la muerte
eso sí, es eficaz).

“Tratamos en vano de encender la leña:
el frío es mucho, y el fuego es útil.

Tratamos de encenderla
pasada la tormenta; la leña
está húmeda y es vana nuestra proliferación”.

Y todo es intento de recordar
cómo el fuego
adhiere los rasgos a la cara.







***

Connacht. En él corren niñas,
destacan formas. Blanco, ¿no?,
como barniz de reja, ¿no?
Sin leyes trepa el invierno
hasta un seto a modo de tutela.
Del bosque se insinúan salvas
de diamante, olvidadas en verano.

La fantasía, angustias de propalarse
en los cuerpos de un film que tragan
las muchachas, en sitio alguno vienen
por mí.

***

El tren de Munster en pleno:
algunas esquirlas entre blancos
dóciles a la lengua sajona.







***

Y no hay escalas, ni frío
o rumbo en la resaca.
Es lo que escriben los hijos
voraces del Mar del Norte,
lejos de la turba, los bosques
en su encierro así calloso, hecho puntadas.







***

Antes, el río sonaba dos veces.
Después las aguas claras en los ojos
de un corzo dorado en medioevo.
Cualquier advertencia surge con el gemido
del gusano en la flema sin centro.

Se sabe: las entrañas de salida
aumentan orificios. Son los actos
planos de la diáspora, bajo
las bibliotecas del Ulster:
más de mil años a la voracidad del fuego.







***

Muertos, como tomos en fila
india. Fieles a la combustión
-ahora en cadáver-
el tiempo siembra una raza
por afirmar, cada pequeño hiato.

Un bautismo a la carne
regresa entre señales.

(En tu espíritu sea la paz.
Y en todos los ámbitos
y tiendas de campaña).







***

Nosotros (que no estamos
para otras ocasiones) somos
ahora esto. Nuestro credo
es pantano.

Ballykillmuchin, citaba Pound
despidiendo a Yeats
y algo más sobre esta tierra
de sajones al cuello duro
como esternón de niña.







***

A diecisésis espacios asoman
las fosas y la república quiebra
su sínodo de uñas.

(¿Why do ye torture me?, decía Pearse
bajo los techos de Kilmainham)

-y ya no andarás más por estas exhumaciones.

“No hay reposo para el dolor
en la soledad de las montañas”







***

Docklands.
El cero de luz espanta
la versidad de tus manos.
Te explotó allí, como una cañita
voladora en Merry Christ’mas.
“No expliquen nada: tarden”,
dijo hacia la sombra y fileteando
una carne en ese hueco, donde
caben dos personas.

***

Derry.
Plomo sobre las aguas del dock,
en unos pies de mujer.
De alguna manera Paula Meehan
habrá cantado un arrorró
migrado de palabras.

***

Galway.
De la lumbre, sin fosforaciones.

Los ojos detrás de la úlcera de testigos
que alientan y corren
por una cabeza de alfiler, a velocidad constante.

***

Charing Road.
Persiste cada ojo moscato
en un embole de quinqués.

Y nada como dos cuerpos que se funden:
dos duendes sobre el cielo sin corona.

***

Lágrima de los vivos.
Mocos dulces fundidos en manteca negra
para la oval despedida.




***




Llullaby en la mecedora.
Pasto verde.

El cuerpito del presidente-poeta
echó por todos los lados.
¿Y nos? Esas miradas por Padraic sin la instantánea de una idea.











* Texto de una propaganda callejera del IRA

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