viernes, 29 de febrero de 2008

Pero me sale Kozer

Foto encontrada en la mina de Zijiang,
después de una explosión: 18 muertos


a José Kozer


Una gran foto no se ve. Apenas se huele
si sólo mezclan encima algunos sacrificios,
eucaristías. La vida anoche, y el gas grisú
a punto de emisión para doce o catorce
horas diarias y salarios de subsuelo.
Zijiang: filón de ocupaciones furtivas
y estampida regular. Zambombazo.
Una instantánea caída del catre igual
a un molusco retirado por la arena;
los ojos en órbita donde antes existía
simulación de la mirada. La rosa China,
vuelta mil rosas de rojo púrpura agotada
en su barniz, un fantasma de espinas
que piensa nueva rosa, indefensa
ante el avance, metida entre los trombos
de una piel ahora seca y la equimosis
de seres vivos para siempre. Esa foto
lo sigue mientras taladra las sábanas,
y pone simple y caliente a la persona
cuando acude al pozo con cautela.
Sonámbulo, allende los atascos, repara
en esa fotografía donde el amigo extiende
más allá del escenario una perplejidad.
Y bien: que anda en mil proyectos
(muchos frustrantes, algunos amorosos)
y así se suceden los días. En la foto hay
dos seres: el de los ojos, algo tristes,
visionarios; y el de la barbilla, de fuerza
tigresca. Ambos, armonizados, darán que
decir. Pero él no estará, tampoco importa.
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* Poema del libro Cuello Mao, en prensa.
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UN AMOR A DISTANCIA: JOSÉ KOZER Y OLIVIA ARTECA



"Me comprometo, yo que no sé bailar, a llevar a Oli de la mano a sus siete años en suave danzonete formal. Los quiero a los tres, abundante. josé"















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Un poema inédito de José Kozer



ACTA

¿Qué ocurre en los campos, en las dehesas, mientras (de evocación en evocación) despierto arrastrando un sueño
de mataderos, hoces, una mujer
corpulenta (ciega) brazos en
jarras, la falda salpicada de
manchas rojas (manchones)
agujereada, sus abundantes
pechos carne de mataderos,
sus gigantescos muslos,
senda de bibijaguas?
¿Desperté?

¿Quién cerró con llave doble a la espalda del sueño? ¿Qué dueña trajo el ramo de asfódelos, semillas de granada,
la pala de mango corto, el astil
de la balanza (inquieto)? ¿Saduceos,
ejércitos asirios, huestes sumerias,
y un alfil a solas sobre el tablero?
¿Tabas, las hijastras? ¿Tablas
reales, las entenadas? ¿Qué ocurre
que no nombran al muerto? ¿Se
deshacen los campos? ¿Adónde
se han refugiado las reses y las
moscas de las dehesas?

¿Quién domina, la mano extendida, la entrada? ¿Tricéfalo? ¿Arroyos desaguan por la puerta trasera, garfios
oxidados, filos relucientes, la
rueda del amolador, delantales
salpicados, caverna de mugidos,
honda respiración (unísona)
morosa, pulmón rosa de los
carniceros? ¿Ése que mira,
mira qué? ¿El boquete? ¿Salida
o entrada? ¿Y oye? ¿Un chapaleo,
estigio? ¿Tachaduras, borrones
primeros (de evocación, al
despertar, en evocación) volcados,
al Leteo? ¿De la sombra la sombra
(deshilachada) de la sombra
(pespunteada) pestíferos jirones?
¿Arrasa la enagua? ¿Papirotazo a la
flor marchita del ojal? ¿Simultánea
caída (oracular) de la carne y la tela?
¿Eso que entra, osamenta, renegrido
fósforo?

¿Bascas? ¿Despojos? ¿Llegamos? ¿Rey de los muertos, cada cual preferiría ser paje o pastor pobretón allá arriba?
¿Encina y unas bellotas; tapia y
lilas blancas (artificiales); jardín
cerrado y la amada por igual
descarnada? ¿Por igual el destino
de los diez bicharracos que salvé
de ahogarse en la piscina esta
mañana? ¿Y va y me maldijeron?
¿Yo, bodhisattva? ¿A qué me meto
en entierro donde no me dieron vela?
¿Va y metí en grande la pata? ¿No
eran ya diez reencarnados a quienes
correspondía la disolución? ¿Me
retracto, repliego, retrocedo, me
refracto? ¿Ala del bicharraco alzando
vuelo mi ojo bizco amilanado en un
espejo? ¿Qué sucede en los campos?
¿Un insecto de berilo se posa en lo
más recóndito de la flor? ¿Qué sucede
en las dehesas? Ocurre que la hez, rubí
consustancial en la mirada de la res,
viñedos de cristal, comensales de luz,
escurre consumación.

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