jueves, 3 de abril de 2008

Derecha







MC5, en una versión en vivo del clásico Louie Louie, pero en clave Detroit. En el Kulttuuritalo, Helsinki, Finlandia, 17 de noviembre de 1972, sin Rob Tyner, el cantante principal.

1. Eso concéntrico. Ello cóncavo. Aquello convexo. El modo es el ditirambo de la predilección. El suceso acaso creativo estrella su vínculo ante la mirada de fantasía. El cambalache, el espejo del otro, el reflejo que se refracta y no lo sabe. ¿Acaso se conocen mejor estando juntos?

2. La fábula del huevo indestructible y del pájaro atrapado, que debe imaginarse más pequeño para crearse un mundo y así volar y mantener la sensación de espacialidad, lo más cercano a la libertad. Esa es la metáfora, si es que debe hablarse en estos términos, de la creación, de cualquier creación. Rob Tyner nos grita motherfuckers en el tímpano ya perforado. El sonido Detroit reasigna la materialidad. El mundo es esa materia conocida como conclusa, pero que en sus pliegues se entiende como concéntrica, cóncava y convexa. Nada de esos movimientos sucede cuando el círculo conservador reemerge de lo que creíamos eran sus dichosas cenizas.

3. "Es este tipo de información la que guía mi escritura. Saber que vienen los muros. Saber que vienen los militares. Yo también esclavizo seres. Los encierro en relatos", dice Heriberto Yépez, en un breve tratado sobre el solipsismo. El solipsismo es el terror de la isolation descripto en un tema de Joy Division. ¿Somos el pájaro que se conforma con su cáscara inoxidable, o el animal que provoca un nuevo mundo con su imaginación de pájaro, creyéndola limitada?

4. Los muros devenidos en amenaza castrense es la otredad de la guardia que siempre debe hacerse, tal cual conocemos el final de todo cuento: dejar de leer los símbolos del peor atavismo es profesar la bienvenida del mismo. No habrá que hacer guardia como Kafka, quien vigilaba la antesala de la ley sin cuestionarla, sino provocar la caída de ese rol infame, que consume cualquier salida posible ante la presencia unilateral de la derecha.

5. Cuando escucho a MC5 estoy aún más lejos de la posibilidad de incorporar la clemencia como un patrimonio personal. Quisiera, ante las imágenes de las cacerolas PROagrarias, convertirme en un Robespierre, en un Marat antes de tomarme el último baño. Pero no. La sociedad argentina tiene inoculada la idea del disenso como una de las formas de la neobrutalidad: si te escucho, es porque esta mañana decidí escucharte y verme en el espejo del intercambio democrático. A poca gente le convence las ideas ajenas; nos hemos acostumbrado a escuchar al otro como una forma de prolongar la paciencia, o bien ponerla a prueba. La paciencia a veces no espera nada ni siquiera de ella misma.

6. El periodista Nelson Castro practica una democracia de peluquería. Una mixtura de sentido común neoalfonsinista y de erudición de manual recobra vida en cada comentario de este lugarteniente de los valores inalterables de la democracia. El doctor Nelson siempre ruega por el disenso, mientras teatraliza las supuestas demandas de la población. Pide cordura y humildad al Poder, pero recibe los augurios de una conservadora maquillada como Elisa Carrió como si fuera la palabra de la mismísima Hanna Arendt. No hace falta subrayar los kilómetros que separan a la primera de la segunda. El doctor Nelson entiende que su palabra está por encima de aquellos que opinan que el emporio periodístico que él defiende es, por lo menos, un espacio sospechable. Al ponerse en el rol de profeta de la democracia, y las buenas costumbres, se convierte cada día en la Condesa de Chikoff del periodismo. Hay que recordarle a este buen hombre que el periodismo no siempre debe ser el fiscal de la república. Se puede tomar posición, pero no utilizar un lenguaje neutro, tal vez equivocadamente democrático, para ejercer la opinión que debiera darse en forma más transparente. Si Mauricio Macri es hoy una posible alternativa política, es gracias a que gente como Nelson Castro hizo una burda campaña contra Aníbal Ibarra, durante los días posteriores a la tragedia de Cromañón. Allí no hubo análisis, sino un pedido expreso de que Ibarra se haga cargo de la muerte de 194 chicos. ¿Hará lo mismo con Macri, de suceder la misma desgracia? A Nelson Castro le molesta la forma de gobernar del peronismo. El doctor no entiende que debe enojarse con la sociedad y no con un movimiento cuyo ADN es reproducirse instantáneamente mientras se tiene el bastón de mando. El periodismo de TN y Clarín no se pregunta quiénes son los manifestantes procampo, porque todo le parece muy espontáneo, y lo natural, se sabe, no está en el reino de las explicaciones. Lo que debería explicitarse es que existe un acuerdo tácito entre el gobierno y Clarín, donde el formato gráfico de la Noble es indulgente con el gobierno, mientras que en el cable (TN) los periodistas se convierten en una junta inquisitoria de Radio 10.







MC5, en televisión, tocando Black to Comm, octubre de 1967, antes de su primer disco. Rob Tyner es el vocalista. El gesto de incomodidad del conductor de TV no tiene desperdicio.

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