lunes, 23 de marzo de 2009

No matarás

Esta noche se precibe un temor visceral. Mi hija duerme y tengo un temor de aquellos (ninguna valentía cuando se trata de desacoples de superficie). Dije que siento porque es lo que me sucede, después de escuchar un programa donde la responsable de la Coalición Cívica comparó al matrimonio Kirchner con Ceausescu, y vaticinó que habría muertos debido al conflicto con el campo, ante la mirada aprobatoria -ni siquiera una repregunta- del periodista editor del diario La Nación. Lo cierto es que sentí el mismo terror que cuando una patrulla o un automovil sin identificación, se deslizaba por las calles platenses en busca de futuros desaparecidos. O también: entendí que ese temor tiene que ver con el miedo a perder la capacidad de construir alguna cosa, en su valor de amenaza; y aún más: siento ese desaliento a perder algo que valga la pena, que fuera tan importante para que el sueño nocturno de mi hija tenga cierto sentido. Despertar siempre merece la pena. El mismo temor, la misma noción de arena movediza cuando sucediera el alzamiento carapintada de Rico, o el de Seineldín, o los carcerolazos de medianoche durante la caída de De la Rúa: ese sonido inocultable de la masificación del pensamiento individual, como si eso fuera un patrimonio, un acervo en carbónico de la miseria humana cuando se ve rodeada de fantasmas reconocibles (Tarea 1: leer una vez más "Casa tomada" de Cortázar). Terminar como Ceasescu no es agradable. La señora que habla debiera saberlo. Lo sabe y no le interesa que existan consecuencias nefastas, con tal de privilegiar los términos de su resentimiento. En el caso de esa mujer, pareciera que la cosa anti-K funciona como una suerte de disparador a base de un profundo sentimiento de envidia. Quien siempre se quejó de que el pueblo no la acompañaba con el voto (porque "no entiende", "no está maduro" para comprender la lengua de la verdad revelada) ahora predice que "habrá muertos", y aún más, dijo:"Terminarán como Ceausescu". ¿Y todo por un conflicto de intereses, por una conflagración de una antigua mafia a la luz de una interna partidaria ídem? ¿No será será excesivo el castigo? No se entiende lo que se entiende. Y lo que se entiende no tiene sentido.

Pregunta: ¿No existe acaso un componente ideológico, brutal en lo ideológico, que convierte este conflicto de intereses en una vendetta de otra época? ¿Podrá salir la Señora de la Oposición de su encierro psicótico, de su hipnosis paramilitar, de su contrato amoral con las empresas que apuestan a la locura discursiva y no a la construcción sensata de una alternativa de gobierno? ¿Cuál es la prisa? Y refiero a mi hija porque la veo dormir, y porque alguna vez yo soñé sin salvavidas de plomo tanto como ella, con el convencimiento de un mundo que todo lo contenía, antes de hacerse añicos justo en el momento en que uno comenzaba a entender que siempre habrá momentos de conflicto. Pero esto ya es mucho. ¿En serio habrá que comparar a los K con Ceausescu? (cierto: el video es muy fuerte -como diría el súbdito de la Señora: Luis Majul-; pero valdrá la pena recordarlo, porque a ESE desenlace apunta la líder de la CC; no se trata de un chiste de Blanca Curi vaticinando las perspectivas del país en los primeros meses del año) A aquellos periodistas que "dejan pasar" esas comparaciones (Ceausescu y Sra - Kirchner y Sra), por favor, un llamado a la responsabilidad básica. No se puede desear la muerte así, alegremente, por TV, como si nadie estuviera sensibilizado, como si la defección como sociedad no tuviera su efecto de propagación criminal. No puede ser que la palabra de una anciana de la farándula -la que pidió que "el que mata tiene que morir"- valga tanto como la de la supuesta líder de la Oposición. Esta mujer (CC) se ha convertido en el Thomas Putnam de la obra de Arthur Miller, Las Brujas de Salem (Tarea 2: reelerla). Hay una confección muy atávica en las palabras de la responsable de la CC, como si estuviera en medio de una intervención de los albigenses, en busca de la pureza extrema y en rechazo de todo materialismo (en la época donde transcurre el drama de Miller, claro, el mal estaba encarnado por cierto materialismo de la Iglesia. Qué cosa, ¿no?). Y a todo esto, ¿si efectivamente se comete una desgracia, los periodistas que no repreguntan harán su mea culpa? Porque dejar hablar a una referente política de esa manera tan brutal es alentar lo que hace 33 años sucedía en este país. Algunos debieran saberlo. Hora de parar las antenas. Nena duerme feliz en su cama. Padre escribe. Padre mira. Padre no entiende (Tarea 3: releer "El llanto", de Aira. Sabrán por qué).

3 comentarios:

Martín dijo...

Nuevamente brillante, Mario.

Mario Arteca dijo...

Gracias, Martín. Cómo me indigna el silencio del periodista cuando se dice al voleo este tipo de declaraciones!!! Un abrazo. Pendientes de un encuentro, en breve.

Pablo dijo...

recién leo y veo esto, mario, estoy de una pieza.

un abrazo, hermano