sábado, 20 de junio de 2009

Diario del autobombo (1): Entrevista por "Cinco por uno" (Vox, 2008)

Este reportaje fue realizado por Damián Toschi en su programa "Derecho de autor", que se emite lo sábados de 21 a 22, por Radio Universidad de La Plata AM 1390. El audio de la nota puede escucharse en http://damiantoschi.blogspot.com/2009/05/mario-arteca-autor-de-cinco-por-uno-hoy.html
P: Leer "Cinco por uno" me genera preguntarte por la poesía militante. Hoy se habla mucho de contar esa poesía militante desde las entrañas de haberla vivido, ¿cómo es contar la historia en formato poético? ¿Hay una poesía militante, específicamente hablando?

R: Mirá, parece ser una pregunta referida a escritores de otros momentos, de otra época del país, a otra temperatura política. Más allá de este revival que estamos viviendo en estos últimos años, hay una transformación, o más bien una mirada más interesante con relación a lo que se pueda llamar realmente la "poesía militante". En verdad pertenece a otra época esa observación. Creo que hoy la poesía política tiene que ver con una tamización de esa mirada, trabajar ciertos valores que deja la historia, la política, y en eso, los cruces de géneros, que hace que la poesía tenga otro tipo de alimentación, y por eso hoy la poesía no está tan apegada a la realidad, sino que existe a la vez un distanciamiento y una mirada con relación la realidad.

P: ¿Y eso explica el fenómeno editorial de las novelas y de la historia militante en contraposición con la poesía?

R: A ver. La poesía, aunque haya escritos extraordinarios que justifiquen su publicación, sigue siendo un género minoritario. Eso es lo que pasa y lo que está pasando en los último cuarenta años. Fijate que hubo fenómenos de rescate de excelentes poetas argentinos, como Arnaldo Calveyra, de Juan Carlos Bustriazo Ortíz, o de escritores desaparecidos como Roberto Santoro y Miguel Ángel Bustos, y sin embargo la venta de esos libros no ha sido masiva. Es decir que ahí hay un obstáculo bastante claro, de lectores que no se acercan a consumir determinado tipo de poesía, más allá que desde hace diez o quince años, la poesía supo ganar más lectores en comparación con otros momentos, y eso tiene que ver, en parte, con la aparición de las denominadas "editoriales chicas", que publicaron a la vez a buenos y malos poetas. Tal vez, a diferencia de la narrativa, que tiene de inmediato lectores ávidos y curiosos, la poesía necesita de otro paladar y eso atenta con la construcción de determinado tipo de lector.

P: ¿Cómo encuadrarías tu trabajo, y con relación a quiénes, dentro del género poético?

R: Es difícil eso de colocarse en algún lugar. No me veo dentro de determinado tipo de escuela poética. Se puede decir, por ejemplo, que Cinco por uno es un determinado tipo de libro, si tomamos en cuenta el cruce de géneros, porque contiene un formato epistolar, el pastiche, el panfleto burdo, o un estilo lírico puro, y también es una mezcla, algo así como cinco esilos en uno, y por eso uno diría que estoy más cerca de una poesía como la de Ernesto Cardenal, aunque no hay nada más alejado de mí que la poesía de Cardenal, no porque el nicaragüense sea un mal poeta (para nada lo es), sino porque existen intereses estéticos absolutamente diferentes. En ese sentido, me acerco más a cierta poesía conceptual que se escribió en este país en los últimos años, como la del bahiense Sergio Raimondi, que trabaja un tipo de género más ligado a la crítica de lo histórico, etc. Tal vendría más por ese lado.

P: Me llamó la atención uno de los graffitis que están en tu libro, ese que dice "El pueblo llora a Perón. Isabel a Bunge y Born. Montoneros". En ese aspecto, ¿cómo fue el proceso de elegir los graffitis, las pintadas que componen el cuerpo de este libro, a partir de los cuales escribís esta obra?

R: Bueno, los graffitis fue un trabajo que hicimos inconscientemente (en todos los sentidos, primero porque no sabíamos el destino después de haberlos anotado, y también, inconscientemente, por la época en que fueron recopilados), con mis hermanos Raúl y Gustavo, a los que está dedicado el libro, además de una profesora mía de Geografía en el Nacional, que está desaparecida. La cosa es que fuimos anotando por diez años esos graffitis que se podían leer en la ciudad de La Plata -seguramente mucha gente se acuerda, porque formaban parte del paisaje natural de la ciudad antes, durante y después de la dictadura-: lamentablemente se han perdido porque se han pintado las paredes (por lo menos hicieron algo), y se ha esfumado esa riqueza histórica; más tarde me pregunté ¿qué puedo hacer con esto? Y me dije que la mejor manera de trabajar ese material era el collage, o también, como dicen algunos técnicos en literatura y pintura, un cut-up, una especie de corta y pega que va circulando y atravesando todo el libro no en forma cronológica sino aleatoria, como si el tiempo estuviera disuelto, y por obra de la circulación, cobrara de alguna manera un nuevo sentido. Algo así como un presente que muestra temporalmente lo sucedido, en una especie de lengua muerta, desaparecida. Una lengua fuerte en un momento histórico preciso.

P: ¿Qué sucede ahora cuando pasás por alguna de esas paredes donde había una pintada? ¿Se te ocurre pensar que los graffitis políticos de hoy son menos ideológicos que los de hace diez o veinte años atrás?

R: Eso es absolutamente cierto, y ese detalle no tiene que ver necesariamente con reificar una época, sino marcar determinado momento. Bueno, diez años de menemismo no fueron en vano. Pasamos de "El pueblo llora a Perón. Isabel a Bunge y Born", a "Kitty te amo", lo cual no está ni mal ni bien, seguramente el hombre ama a Kitty y está muy bien que así lo ponga, el problema es que las paredes ahí no hablan, y cumplen otra función: ser manchadas. Tal vez las paredes de antes tenían una ideología en sí misma, es decir, se llenaba la pared como si se completara un libro. De alguna manera, eso era un lenguaje cifrado, y a veces mensajes muy directos entre distintas agrupaciones políticas.

P: ¿Cada sector tenía su pared?

R: En una época, sí, y se respetaba mucho. Incluso algunos años después de la victoria de Alfonsín, se respetaba determinado sector y tramo de alguna pared. Me acuerdo en esa época, al radicalismo pintando frente al edificio de Rentas en La Plata, y por ahí pasaba un grupo peronista, y alguien decía: "muchachos, acá no, vamos a dar la vuelta", y no se tiraban con un botellazo por la cabeza ni mucho menos.

P: Había códigos...

R: Y, había ciertos códigos básicos, como respetar mínimamente los espacios. Parece que ahora no hacen falta códigos, porque hay una desideologización fenomenal y en verdad no hay demasiadas paredes para pintar. Casi que no existe más la militancia.
(...)
La intuición narcisista del afuera, del poder vivir, se sustituye por una ilusión
de autonomía. Espejo, imagen remota, capaz de ser desposeída. “Militares
asesinos”, PRT. Libertad a Isabel. El dilema es enternecer, pero se desea a sí mismo
porque no se posee a sí mismo. Está desposeído: la potestad importa,
y uno puede adorar, pero solo. Sonrían al cajero. Fuera del ámbito de este
espectáculo la emoción no se siente. Y se penetra en el teatro de esa otra parte,
a fin de concebir en tolerancia. “Lo hago sólo para conseguir algunos pavos”;
“Lo hago sólo por dinero”. Distinguir entre el trabajo y el resto de su vida.
“Villar y militares serán aplastados por la justicia popular”, JP (44, 27 y 28).
“Ayer los asesinos de Trelew, hoy los fachos, los milicos de Isabel. Juventud
Revolucionaria Peronista (28, 43 y 44)”. “El pueblo llora a Perón. Isabel
a Bunge y Born. Montoneros”. Ibidem street.

Ya no vivían solos, aislados; ya eran dos y uno solo, para siempre.
Era su vida, la de ambos. Se da como destino heredado, carga, peso;
algo que no oprime. Se da como fusión. Viejo lobo, venís a verme,
con una tunda de perillanes en la molondra (un horror; o no). Así,
y tras cruzar la luna con marea alta. “Cuchi: esta es la primera vez
que te escribo en esta máquina. Lo primero que quiero decirte
es que a lo largo de estos años se ha ido acrecentando mi amor
por ti, etc., dificultades, sueños, etc. Con el beso de todas las noches”.
Etcétera, hijos, compartir vida. Etc. Los muchachos ahora aprendieron
a no preocuparse. Caen, se arrastran. El seductor que presume de iniciar
(Karl Kraus) a las mujeres en los misterios del amor (Kraus).
El extranjero que desembarca en un puerto (Kraus) y quiere ser
el guía para mostrar las bellezas (Kraus) de la ciudad (K).
(...)
Fragmento de "Cinco por uno"

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